By Daniel Samper Pizano
Me perdonan los editores de esta revista, que siempre
publican fotos de mujeres bonitas, pero yo me quedo con las feas. Yo me
quedo con las feas, porque las mujeres bonitas siempre andan haciendo jetas por
todo y uno tiene que estar preguntándoles cada quince minutos si están de mal
genio y si se quieren ir ya para la casa.
Las feas, en cambio, se apuntan a cualquier plan hasta la
hora que sea. Son buenísimas para trasnochar y llamar taxi para irse a su casa
después de una noche de facturación. Si amanecen con uno, se ofrecen a preparar
el desayuno y, muchas veces, dejan la loza lavada. Además en la cama son mejor
polvo.
Las mujeres bonitas tienen complejo de
radiador, se la pasan tomando agua todo el día. En los restaurantes piden los
platos más simplones pero los más caros y cuando traen la cuenta, hablan por
celular o se van para el baño.
Las feas en cambio, salen con plata entre el bolsillo para
colaborar con el tramacazo. Y lo más lindo: son cómplices de la empanadita con
ají, la lechona de San Andresito, la mazorca de carretera y otras delicias que
hacen la vida del hombre más hermosa.
Las mujeres agraciadas son malísimas para empujar
un Renault 4 en una noche lluviosa. Mientras que una fea es capaz de
desarmar un motor con un corta uñas mientras uno les colabora sosteniendo la
linterna.
Las feas no ponen problema por nada. Les caen bien a los
amigos de uno porque son consideradas un miembro más del equipo. No arrugan la
cara cuando se echan un guaro, fuman a la par. Y hacen pipí en cualquier baño.
Las bonitas miran el identificador de llamadas
antes de contestar, mientras que las feas siempre dicen: '¿dónde hago la raya?,
¡qué milagrazo!' Uno las puede recoger a cualquier hora y
arman 'conversa' así uno las llame borracho a las tres de la mañana. Cuando
uno tiene una novia bonita, debe hacer curso de escolta, porque los amigos se
la pasan mirándole los cucos y los enemigos tratando de quitárselos.
Las novias bonitas lo cogen a uno de caddie para que le
cargue el morral de la universidad o esas bolsas llenas de ropa que uno mismo
pagó en un centro comercial. Las feas en cambio, lo acompañan a uno a hacer
mercado (así, sea en la plaza) y ayudan a subir las bolsas sin pedir ni un
jabón a cambio.
Las novias feas jamás lo olvidan a uno y
siempre se les puede hacer 'repasis'. En cambio las bonitas son ingratas,
terminan cambiándolo a uno por cualquier traqueto con plata porque esas, las
más hembras, con sus transparencias, sus siliconas, sus cinturones de piel
de culebra, sus carteras enanas, sus pantalones descaderados, sus gafas de
colores y sus botas puntudas, están dejando asomar una loba que por ahí tienen
bien escondida.
Las bonitas nos ponen nerviosos. Suelen hacerle casting a
todo el mundo. Les gastamos y nos desgastan. Nos ponen de mal genio, nos
trasnochan, nos envejecen más rápido. Las feas, en cambio, aportan, son buena
compañía, charlan rico, son bastante caseras, son inmejorables compañeras de
trabajo y muchas tienen un excelente sentido del humor.
Así que cambio a mil mujeres lindas, de las que salen en
SoHo, por una fea. A lo mejor no luzca muy bien. Pero cuando quiera tener algo
que despierte la envidia de los demás hombres, cambio el llavero de mi Renault
4 por el de un Audi A4.